Ahora, mas que nunca, todas las personas que conformamos este sector, debemos ser más conscientes del impacto que causamos. Sin embargo, se requiere de esfuerzos colectivos y la concertación de voluntades alrededor de foros de acción, en donde nos aboquemos a atender el problema de forma integral.

Por: Ramón Pendones, Vicepresidente de Mercadeo y Desarrollo de Nuevos Negocios de OPB Arquitectos

El pasado viernes 22 de abril se celebró, una vez mas, el Día Internacional de la Madre Tierra y como es usual, florecieron miles de publicaciones relacionas a esta efeméride en todas y cada una de las RR.SS. Además de cientos de comunicados de prensa, TV y radio de diferentes instituciones públicas, organismos internacionales y colectivos ambientalistas.

Sin embargo, como arquitecto-urbanista y perteneciente al cuarto sector productivo que mas impacta el medio ambiente: la construcción y el uso de los edificios donde habitamos (si, estamos en el 4º lugar después del sector energético, el de la moda y el de la alimentación), no podemos quedarnos en simples hechos simbólicos y virtuales, como tampoco en acciones individuales de parte de cada persona y con ello pretender paliar los daños colaterales que se dan por nuestro ejercicio profesional.

Ahora, mas que nunca, todas las personas que conformamos este sector, debemos ser más conscientes del impacto que causamos por el simple hecho de querer llevar el alimento y cobijo a nuestras familias. Esto como un simple punto de arranque. Sin embargo, se requiere de esfuerzos colectivos y la concertación de voluntades alrededor de foros de acción, en donde nos aboquemos a atender el problema de forma integral.

Primero que todo, se deben coordinar todos los grupos de trabajo de diferentes instituciones y empresas privadas, para que en un único foro se concierten las acciones necesarias para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, en nuestro giro de negocio.

Este foro multilateral debe revisar y proponer cambios, en primera instancia, en la legislación existente en varios sentidos: beneficios fiscales, créditos bancarios blandos para proyectos “verdes”, obligatoriedad del Estado de diseñar y construir bajo estándares y certificaciones de sostenibilidad, bonificaciones especiales y excepcionales a nivel de permisos a través del instrumentos urbanísticos y prácticas incentivables, creación de instrumentos bursátiles que potencien el mercado de construcción amigable con el ambiente y así muchas mas que se pueden ir definiendo entre todas las personas y organizaciones involucradas.

En segundo lugar, debemos “educar” mejor a nuestros clientes, consultores, funcionarios públicos y colaboradores, para que desde la “interiorización” en cada uno de nosotros del problema, procedamos a reflexionar mejor sobre las posibles soluciones de diseño, sistemas constructivos y ejecución de las obras para que todos los proyectos pasen por el tamiz de la sostenibilidad.

Y, en tercer lugar, pero no por eso debe ser lo último que hagamos, es cambiar nuestros propios hábitos de consumo y de comportamiento en nuestras comunidades siempre bajo la meta de alcanzar los ODS tanto a nivel individual como colectivo, porque en este caso, si vale la pena acuñar el adagio popular que dice que cada persona debe ser el cambio que quiere ver en la sociedad.

Por eso no podemos pasar por alto que nuestro sector es el causante del 50% de la contaminación en las ciudades y el 40% de las emisiones globales de CO2 y ante tan oscuro horizonte, no podemos quedarnos con acciones de un día en particular y, mas bien, debemos de trabajar de forma conjunta para que todos los días sean el Día de La Tierra.

Fuente: https://revistaconstruir.com

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